HISTORIAS

Hola:

Es muy difícil para mi escribirte esta carta después de haber pasado tanto tiempo de tu ausencia, de tu muerte, de la cual soy el responsable, responsable de tu asesinato.

Tu alma, seda que entre las manos de mundo reposa

Durando apenas el tiempo de toda una vida,

En un frasco pequeño habitas, entre mis cosas…

 

A priori empezare relatando de forma exigua el carácter y tipología de mis delitos. Todos ellos fueron fruto derivado de la materialización de un objetivo, el cual no es más cierto que fue, perseguir mi enriquecimiento económico a cualquier precio y pasando por encima de cualquier persona.

Dolor, ríos de dolor en silencio

de gente encerrada.

Barrotes, cancelas, controles y garitas.

Patio sucio y maloliente.

Marginados, hacinados, a los que la sociedad no quiere.

Llegó la hora, hemos terminado nuestros diálogos restaurativos . 

Lo primero agradecer,  lo segundo agradecer, lo tercero agradecer. Gracias por esta experiencia en la que he aprendido tanto de cada uno y cada una de vosotros, de vuestra capacidad de RESILIENCIA, de vuestra actitud ante la vida.

Siempre que se pronuncia la palabra cárcel el pensamiento de la sociedad abarca más allá el concepto de maldad, de crueldad, de oscuridad y se piensa que lo peor de la humanidad esta allí dentro, pero se olvidan que en prisión hay padres, madres, hijos, hermanos

Estimados Carlos, Sonia, Lidia, Jesús, Manuel, Lucía, Álvaro, y tantos y tantos nombres de personas que jamás he conocido pero que están ahí. Personas a las que hoy he puesto un único nombre y una única cara: mis víctimas.

“Este curso me ha parecido una oportunidad muy buena para aprender y ver las cosas de otra manera. Aprender que la justicia restaurativa sirve para algo, porque hay maneras de intentar arreglar ese daño que se le ha causado dependiendo de  la víctima, aprender a ponerse en el lugar de la víctima y comprenderles,